El calzado minimalista es aquel que trata de interferir lo menor posible en los movimientos innatos del pie, liberándolo de soportes artificiales y respetando al máximo su forma anatómica para conseguir una pisada lo más natural posible al caminar o al correr, como lo haríamos si fuéramos descalzos.
Los seres humanos somos bípedos, nuestros pies soportan durante horas el peso de todo el cuerpo y generalmente son la parte más maltratada.
Es importante que seamos conscientes de la importancia que tienen los pies, no solo como sustento sino también como base indispensable para mantener el buen funcionamiento de otras articulaciones y evitar problemas o lesiones derivadas de una mala pisada, por ejemplo.
Características del calzado minimalista
Hasta hace pocos años el calzado minimalista no tenía unas características específicas que lo determinaran como tal.
Con este objetivo se elaboró un test para determinar el grado de minimalismo de un determinado calzado y se pudo concretar una definición basándose en parámetros concretos (1).
Las características que debe tener un calzado para considerarse dentro de la categoría minimalista son:
- Flexibilidad para que no haya ninguna interferencia con el movimiento natural del pie y permita el libre movimiento.
- Ligereza y bajo peso
- “Zero Drop”, poca o nula inclinación entre la punta y el talón, es decir, la suela debe ser casi plana y de poco grosor, lo que favorecerá también una mayor sensibilidad con respecto al suelo.
- Ausencia de elementos de amortiguación, control o estabilidad
- Puntera amplia, para que no ejerza ninguna presión sobre los dedos.
Tipos de calzado
Teniendo en cuenta los conceptos especificados anteriormente, se pueden diferenciar varios tipos de calzado:
- El calzado convencional, que proporciona al pie un mayor drop, más sujeción y también amortiguación.
- El calzado intermedio, que por sus características se encuentra entre el calzado convencional y el calzado minimalista.
- El calzado minimalista, que respeta la anatomía y la libertad de movimiento de un pie descalzo, como veremos a continuación al conocer detalladamente sus particularidades.
- Las sandalias minimalistas, que se inspiran en el estilo de la tribu Tarahumara, famosa por sus características sandalias de goma y tiras de cuero llamadas huaraches que ellos mismos fabrican.
Otro término que cobra importancia en lo referente a los pies es el “barefoot”, que se define como “el hecho de no llevar los pies calzados” (Collins English Dictionary, n.d.), aspiración que pretende el calzado minimalista en cuanto a sensaciones y movimientos, por lo que es frecuente utilizar el vocablo inglés para referirse a este tipo de calzado.
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Origen del calzado minimalista
El uso de calzado comenzó hace miles de años con la única funcionalidad de proteger los pies cubriéndolos.
Era un calzado minimalista compuesto únicamente por cuero o corteza y con la única sujeción de unas cuerdas atadas, es decir, muy diferente a lo que conocemos hoy en día como calzado convencional. No fue hasta principios del siglo XIX cuando hay señales de los primeros zapatos “deportivos”, a los que se le agregó goma para que fueran más duraderos, y casi 100 años después fueron creadas las primeras zapatillas para correr añadiendo tacos en la suela con la intención de proporcionar un mayor agarre al suelo y una mejor tracción. Como vemos, originariamente, el calzado no se diseñó con tantos artilugios ni ornamentos, solo era una forma de proteger los pies.
¿Por qué usar calzado minimalista?
La especie humana lleva más de dos millones de años realizando carreras, incluso para cazar o para sobrevivir. Y, si nuestra genética no ha cambiado, ¿por qué ha de hacerlo el calzado?
Nuestros pies, como dijo Leonardo da Vinci, son una pieza de ingeniería y sus huesos articulaciones, músculos y terminaciones nerviosas están preparadas para sus funciones.
El calzado minimalista es más ligero que el calzado convencional, por lo que supone un ahorro energético para nuestro cuerpo y provoca menos rozaduras, ya que evita, además, cualquier tipo de fricción o presión en la extremidad.
Este tipo de calzado fortalece el pie y la pierna y, al no tener amortiguación ni plantillas con refuerzos, es más estable y evita daños por torceduras, por ejemplo.
La amortiguación de determinados zapatos puede que los haga ser más cómodos, pero no necesariamente más convenientes para la salud de nuestros pies.
Por otra parte, la elevación en la parte del talón hace que se acorte el tendón de Aquiles, llevando el peso del cuerpo hacia los dedos y provocando malas posturas que sobrecargan la pelvis y varias zonas de la espalda como las lumbares o el cuello.
Los pies sufren numerosas dolencias hoy en día, relacionadas con los zapatos y la solución ofrecida para remediarlos suelen ser las plantillas.
Pero estas no corrigen la raíz del problema, ya que la atrofia de los huesos y/o músculos de nuestros pies se debe al uso del calzado incorrecto.
Además, el calzado convencional suele ser estrecho en la punta, lo que provoca deformidades en los dedos que son muy frecuentes y dolorosas. El uso del calzado convencional, por su elevación en las suelas y talones sobretodo, afecta a la fascia plantar y reduce el rango de movimiento del tobillo, lo que favorece el desgaste de articulaciones, músculos y huesos, además de alterar la postura corporal al caminar o correr, afectando sobretodo a rodillas, cadera y espalda.
En conclusión, los beneficios de la utilización regular de un calzado minimalista son muy numerosos: fortalece la musculatura de los pies y las piernas, mejora el equilibrio y reduce la tensión general. Todo ello gracias a la sensación de libertad que genera el hecho de caminar con este tipo de calzado y a la posibilidad de sentir con mayor precisión las superficies que se pisan.